24 de enero de 2013

Desarte, con cierto arte...



 

   ¡Esto es un desarte! Se escuchó en la sala.

   Un monumento venido a menos, fue el elegido para crear un pequeño Museo de Arte Contemporáneo, en las cercanías de la capital. Concretamente en una pequeña población que se hacía llamar Escarchales, por la rasca que hacía incluso en verano. Este montón de piedras, había sido propiedad (y por piedad) de la Santa Madre Iglesia, y no andaba muy lejos de un convento de internas monjas (se sabía que habitaban el convento, por boca del encargado del huerto), desde entonces, muy enfuruñadas para con la sociedad. 
   "Las magdalenas no bailan", nombre con el que se inauguraría dicho museo, no agradó demasiado a las monjas, pues se sintieron agraviadas u ofendidas.

   Cuando llegó el momento de inaugurar el museo, se había contratado a un cuarteto de cuerda y a un pianista, llegado (según se supo luego) desde las frías estepas rusas, y con fama de haber sido protagonista en las portadas de revistas tan importantes como "Life" o "National Geographic"... ésta última, porque además de buena y reputada persona, era entomólogo o algo parecido. 
   Con el cuarteto de cuerda, no hubo problema alguno, pues cada intérprete portaba su violín (dos), y viola (una), más el Violoncello. El piano, no hubo forma de meterlo dentro de la pequeña sala de conciertos, por lo que hubo de dejarlo fuera.  Su intérprete (con mucho oficio) fingió  deslizar suavemente los dedos sobre las teclas: prácticamente nadie se percató. El cuarteto acompañaba con su música imaginaria, pues los violines iban desprovistos de cuerdas y el único sonido que salía de su caja, era el del frotar del arco. La viola, más secundaria, estaba cubierta con una bolsa de plástico, lo que dio mayor brillo a la obra. El violoncello estaba solo apoyado en una silla, pues su propietario estaba hartándose de reir en la entrada del museo, señalando al piano.
   Cuando llegó la hora de inaugurar la sala, todo fueron muecas y miradas extrañas: unas con cara de saber qué estaban viendo (¡que me parta un rayo si lo entiendo...!), y otras de preocupación.
   Relojes sin manecillas (¡vaya si funcionaban, que yo fui testigo del tic-tac...!), sillas sin patas, una mesa con las patas vueltas del revés... hasta una fotografía donde se apreciaba en toda su dimensión (y no era pequeña precisamente... 2.50 metros de alto, por 3.40 de largo), la imagen de una cartulina blanca. Cuando en la sala de prensa los periodista preguntaron al autor, éste no tuvo reparo alguno en lanzarles tomates a los periodistas gritando como un energúmeno -¡No entienden el arte, no saben de arte...! ¿Qué clase de periodistas son ustedes...?- Desconozco de dónde sacó los tomates, pero los había. El título de la obra, era "Tinieblas"... -¡Es una representación del negativo fotográfico...!- Decía el fotógrafo, mientras recogía los tomates del suelo que no se habían aplastado.

   Así se acuñó la palabra "Desastre". Fue (creo), el encargado del huerto del convento, quién en un ataque de ira (y para decir "aquí estoy yo", y llamar la atención de la prensa), gritó aquello de "¡Esto es un desarte!".
   Luego entre el papeleo por parte de académicos (¿porqué se les llamará así a esta panda de serios, que nunca se ríen...?), y para aquí y para allá, y tejemanejes burocráticos, todo quedó en que una obra de arte que no entra por los ojos, es un auténtico "desarte" o desastre.
   Otro día contaré cómo se descubrió el pasadizo secreto entre el actual Museo de Arte Contemporáneo y el cercano convento...
   


  Muestra de Fotografías con Desarte, sobre la inauguración del Museo.
  Desenfocadas, movidas (¡Eh, no empuje!), mal encuadradas... sin ton ni son.









Escarchales. Hay que pasar muy rápido, pues te quedas congelado al instante si no vas bien abrigado









Camerinos del Museo "Las magdalenas no bailan"









Almacén del museo, con artilugios para la muestra de inauguración








Detalle de una obra expuesta. "Fuente con restos de cáscaras de cacahuetes. ¡Alguien ha estado aquí!" de autor desconocido









Fotografía. "Como el trigo verde, verde como un trigal" En Negativo fotográfico. Autor: Aitor Valverde Aceituno









"Harmónica de mano" Expuesta en los aparcamientos del museo. Autor: Manolo Junco










"Neumáticos de fórmula 1, reciclados". Autor: Alonso Alonso









Exteriores del Museo de Arte Contemporáneo. Día de la inauguración. Todo el pueblo asiste en masa (entrada gratuita, con derecho a ágape)
Fotografía de la agencia GAFE










Juan Cejudo: el único que faltó a la cita inaugural. ¡Se quedó más solo que la luna...! (el raro de Escarchales)
Fotografía de la agencia GAFE









"Collage de píldoras" Internos del pabellón psiquiátrico de Escarchales








Detalle de "Collage de píldoras"










"Cabinas telefónicas sin teléfono, para la práctica del zen" Internos del pabellón psiquiátrico de Escarchales






"Si usted no ve arte, es desarte" Obra donada por el autor del blog para la exposición inaugural















Fotografía y vídeo, Rafa Ordóñez

1 de enero de 2013

Con la música a otra parte


   ¿Qué harías si te encontraras frente a una caja de sorpresas, o mejor aún, si tuvieses que buscar esa caja sorpresa, donde aquello que contiene, es nada, no es de este mundo, no se mueve con el tiempo, ni está vivo, ni muerto...?
   ¿Qué sentirías al abrir la caja, y encontrarte con ésto...?


Con la música a otra parte por utopazzo

  El hombre, siempre poniendo nombres y fronteras a todo cuanto encuentra. A todo cuanto quiere controlar, a todo cuanto cree controlar, dominar, clasificar y "guardar" en esa caja.
   Luego el contenido de esa caja, nos demuestra que ésta, acabará engullida por sí misma, o lo que es lo mismo, por su contenido.
   
   
    




Fotografía y vídeo, Rafa Ordóñez