Es bastante curioso, pues me sorprendí desayunando cuando daban las once de la noche. Me encontraba, sólo conmigo mismo; es decir, solo. Me había abandonado Superyó, y luego debió escabullirse (como siempre), Ello.
Estaba con Yo solo, y mi confusión fue en aumento cuando me sorprendí tratando de pensar... sí, pensar. Era consciente en ese preciso instante, que si no era capaz de pensar con nitidez y sin dolores de cabeza, era a causa de mi soledad.
Secuencia irrepetible de Harpo Marx, en un solo de arpa para sí mismo, y una genial interpretación a lo que yo denomino, "Guiño a S. Freud"
Fotografía, Rafa Ordóñez
Vídeo, Fuente en mi Canal de Youtube